Templo gótico iniciado en el S.XIII y finalizado el S. XVIII, erigido sobre un antiguo templo árabe. Está dedicado a la Virgen María. Destacan en su interior, el retablo de San Gregorio y una interesante custodia de plata dorada del S.XIV.
Se inauguró en el año 1978 y es un placer recorrer el mercado y contemplar la selección de puestos, donde ofrecen gran variedad de productos frescos, tanto en pescados, como carnes, verduras o frutas. En la mayoría de los casos se trata de productos de Ibiza, que destacan por su extraordinaria calidad y sabor. Un mercado con mucha vida en el centro de la ciudad, donde siempre ofrecen un trato personalizado a cada cliente.
La casa, situada al inicio de la calle Pere Tur, fue edificada a mediados del siglo XVII por maestros genoveses para una familia de mercaderes italianos. Sus constructores parece que también trabajaron en la iglesia del Convento. El edificio es un ejemplo casi único en Eivissa de arquitectura clásica renacentista. Se trata de un edificio exento de tres plantas, tres de sus fachadas dan a calles públicas y la cuarta a un jardín sito en el lado oeste del edificio. La entrada principal está situada en la calle Santa Maria, pero la fachada principal del edificio es la que mira al norte. La distribución de los balcones y ventanas configuran un conjunto coherente donde predomina la simetría de sus formas y elementos decorativos. La configuración exterior del edificio no parece haber sufrido alteraciones importantes del diseño original. El inmueble, también conocido como Can Montero, fue adquirido por 172 millones de las antiguas pesetas por el Ayuntamiento de Eivissa y el Consell Insular. La rehabilitación, muy costosa debido al estado en qué se encontraba el edificio, fue financiada por el Consorcio Eivissa Patrimonio de la Humanidad y superó los 3,6 millones de euros. A día de hoy, Can Botino alberga el Salón de plenos del Consistorio, el Archivo Histórico de la Ciudad, las dependencias de alcaldía y otros servicios administrativos de la institución. Con esta rehabilitación, la ciudad gana un nuevo edificio histórico del cual pueden disfrutar todos los ciudadanos y que estuvo a punto de convertirse en pisos de lujo en manos de promotores privados.
Éste ha sido, probablemente desde la fundación de la ciudad, el lugar donde se encontraba el edificio religioso más significativo. Desde la conquista catalana de 1235 este edificio es la Catedral. Antes de la conquista, los señores feudales catalanes (Guillem de Montgrí, Pere de Portugal y Nunyo Sanç) adquirieron el compromiso de erigir un templo dedicado a Santa María. El templo inicial del siglo XIV era de estilo gótico. En la actualidad sólo dan testimonio de este origen el ábside y la torre. En el año 1712 tuvo lugar una reforma que le ha dado la actual fisonomía. En 1782, por una bula del Papa Pío VI, en Ibiza se creó el obispado, y la iglesia pasó a ser la Catedral de Ibiza. En esta plaza se encuentra el Museo Arqueológico, justo en el edificio que acogió la Universitat, órgano representativo del pueblo de Ibiza durante quinientos años.
En este punto se encuentra el Castillo, la edificación en la que culmina el Puig de Vila. Antes de la construcción de la muralla renacentista se diferenciaba el Castillo de la Almudaina, pero una vez construida quedaron ambos incluidos. El año 1972, el Ministerio de Defensa donó el recinto al Ayuntamiento, y desde entonces se han realizado excavaciones que han proporcionado testimonios de las diferentes épocas de la historia de Ibiza, desde la fundación fenicia hasta la época catalana, así como rehabilitaciones y algunas intervenciones. Del recinto hay que destacar la Torre del Homenaje y la Casa del Gobernador. Siguiendo la muralla, la calle de la Universitat nos lleva a la Plaza de la Catedral.
Un pequeño túnel nos introduce por el Portal Nou de nuevo en el recinto amurallado. Es entonces cuando se inicia la subida al punto más elevado de Dalt Vila, ascendiendo por la Ronda Calvi —nombre que recibe el tramo de muralla entre el baluarte de Sant Pere y el de Sant Jaume, y entre éste último y el de Sant Bernat. Esta ronda, por la que se transita mediante una rampa italiana (que facilita el ascenso), ha sido objeto de diferentes excavaciones y rehabilitaciones que le han otorgado en la actualidad un importante interés histórico. Así, se han desenterrado y dejado a la vista tramos de la antigua fortaleza medieval que permiten entender la existencia de diferentes niveles arqueológicos, y se puede visualizar uno de los rasgos característicos del anterior recinto medieval al que Calvi se refiere en sus escritos: la existencia de casas-muro. El siguiente baluarte es el de Sant Jordi, desde el que se puede contemplar una panorámica de la ocupación turística entre ses Figueretes y la playa d'en Bossa. Es también obligada la contemplación del paisaje desde el siguiente baluarte, el de Sant Bernat
Es el primero de los siete que tiene la muralla. Es el mayor de todos, y es asimétrico por su cara derecha, más grande que la izquierda. Desde su plataforma hay una interesante panorámica del barrio de La Marina. El baluarte tiene una puerta de acceso que fue abierta en los años sesenta para posibilitar el acceso de los coches a Dalt Vila. Por esta puerta se abandona momentáneamente, para volver a acceder desde el Portal Nou, situado en el Parque de la Reina Sofía.
El nombre más antiguo de esta plaza es el de Plaza de la Ferreria (herrería), y con posterioridad fue conocida como plaza de la Fruita, por el mercado que aquí se instalaba. Según Gaston Vuillier, escritor francés que visitó la isla durante el otoño de 1889, en este lugar de diez a once los viernes por la mañana —el día de limosna— los pobres se concentraban para recibir posibles donaciones. Justo a mano derecha, subiendo un tipo de rampa inclinada, se accede al baluarte de Sant Joan.
El recorrido se inicia por la Puerta del Mar, a la que se accede mediante una rampa construida en el año 1870. Con anterioridad, existía un acceso con zigzag que partía del edificio de la Peixateria (pescadería), en el barrio de La Marina. El año 1641 se construyó un puente levadizo de madera que dio lugar a la denominación Portal de ses Taules. Al principio del siglo XX fue sustituido por un puente de obra. A finales de los años ochenta se llevó a cabo una intervención consistente en recuperar el aspecto que tenía el portal con el puente levadizo, y que le ha proporcionado el aspecto actual. La fecha de 1585 que puede leerse sobre el portalón (construido en Palma), conmemora la inauguración de la Puerta del Mar y no la de las murallas. Las estatuas que flanquean la entrada serían descubiertas en el transcurso de las obras de construcción de las murallas y, al tratarse de estatuas romanas, fueron incorporadas a manera de cita clásica, propia de la estética renacentista. Una vez superada la entrada se llega al Patio de Armas, que en el lateral izquierdo tiene un banco adosado, obra de finales de los años ochenta del siglo pasado. A continuación está la Plaza de Vila.
Situado en la localidad de Sant Joan de Labritja, Balàfia es un conjunto arquitectónico rural con casas y torres de defensa, de origen árabe, donde se respira todavía el ambiente de los tiempos de la Ibiza musulmana.
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